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En el silencio a los pies del Maestro
19.08.2010 09:58
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.
Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará".
Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día".
Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?".
Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".
Marta y nosotros llamados a un profundo cambio, a la conversión.
En términos bíblicos la conversión no es sino una transformación de la persona, un cambio de radicalidad en hondura en aquello donde se entreteje la vida en los lugares más profundos. Marta hoy recibe por parte de Jesús una llamada a cambiar su mirada sobre aquel lugar crucial en la vida de todo hombre o mujer, la muerte que solamente se la entiende cuando alguien querido como el hermano de Marta se va de nuestro lado. Ha muerto Lázaro y Marta siente el peso de la muerte en su corazón y la respuesta de Jesús, su presencia de vida y el Señor la invita a cambiar la mirada, a creer en que la muerte bajo todas las formas ha sido vencida porque El que es la Resurrección y la Vida anticipadamente en la persona de su hermano Lázaro viene a esto: el no está muerto, el vivirá, Yo soy la Resurrección y la vida el que crea en mi aunque muera vivirá Cuando nosotros abrimos nuestro corazón y sintonizamos con ésta experiencia de vida para siempre en Cristo no hay realidad dolorosa, circunstancia crítica, momento dificil como puede ser la muerte que venga a vencer ena nosotros la decisión de ir con Jesús como testigos de la vida. Marta está siendo transformada desde la muerte en la vida resucitada anticipo de Jesús que va a vencer la muerte. En una ocasión estaba Jesús en la casa de Betania de Marta, María y de Lázaro. El Maestro se sentó y comenzó a contar los secretos de su Reino en el ámbito de la familia .Mientras María escuchaba con atención todas las palabras de vida que salían de la boca del Maestro su hermana Marta se desvivía en satisfacer las pocas necesidades del invitado. En un momento de desesperación se acerca a Jesús y reclama: Maestro mi hermana no me ayuda a atenderte. Decile que se levante para terminar más pronto. Esto aparece en Lucas10 verso 40 El Maestro con voz pausada antes los arrebatos de Marta como hoy en el texto de Juan le dice Marta siempre estás preocupada por las cosas menos importantes. No te das cuenta que lo esencial es quedarte sentada en éste lugar como tu hermana y recibir lo que te quiero dar Es como un paralelo con éste otro diálogo: Señor si hubieras estado aquí mi hermano no hubiera muerto. Es como una actitud de reclamo de Marta a Jesús y Jesús en el Evangelio de hoy como en el de Lucas la invita a Marta a bajar sus decibeles de ansiedad, a entrar en un estadio distinto donde Jesús va mostrarle el camino. Es un camino de transformación discipular que parte de la aceptación de lo que Jesús está dispuesto a donar pero para eso hace falta una cierta pasividad, sentarse a los pies del Maestro, escuchar su llamada a la conversión y animarse a ir más allá de lo que con ímpetu, con recta intención Marta está aquí como modo de estar parada en la vida. A nosotros Dios también nos llama a la conversión. Algunos de la hondura destructiva que la fuerza del mal y del pecado nos puede haber golpeado para tirarnos y quitarnos la dignidad humana y entonces volver por los caminos de Dios es recuperar el orden en la propia vida, el quererse más y mejor. Para otros que ya han dado pasos de conversión convertirse a más, a lo que Dios me pide en éste tiempo. Hay un llamado de conversión en éste tiempo en estos tiempos de cambio del mundo, de la sociedad donde creemos que el Señor de la historia es el que gobierna el mundo y la sociedad. A nosotros en ésta movida de transformación Dios en su estilo de cambio y transformación me está haciendo una invitación a dar un paso creyente a unamada dea vida nueva. No es que esté mal la que estamos recorriendo, o si. Ya nos hemos dado cuenta que hemos tocado fondo. Siempre se puede más y mejor. A que más te invita Dios? Como es la llamada que el hace a tu vida de conversión
Marta llamada a la conversión por la escucha del Maestro
S vemos el diálogo que se da entre Jesús y Marta podemos descubrir otro paralelismo entre éste acontecimiento de la muerte de Lázaro y aquel otro encuentro donde Marta pedía el ser ayudada por su hermana, si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto pero se que ahora Dios te concederá todo lo que pidas y Jesús que la invita a entrar en contacto con El para serenarse. El también está conmovido, Jesús lloró la muerte de Lázaro en esa conmoción que le generó el encontrarse con la ausencia de su amigo sin embargo de ese lugar de confianza es capaz de todo la invita a Marta a creer. Esa misma invitación de serenar su ímpetu Jesús lo hace en Lucas 10 cuando la llama a Marta a sentarse a los pies, a la escucha del Maestro como María. Escuchar no es facil. Todos en estos tiempos de la historia tenemos experiencia de lo dificil que es que nos escuchen y que lo dificil que nos resulta escuchar. Hay mucho ruido, desencuentros, corridas para llegar a donde no llegamos o para hacer lo que tenía que hacer y no lo logro todavía. Estas situaciones de vida impiden una escucha serena, atenta que nos ordene desde dentro para caminar más armónicamente. El Evangelio nos muestra a los discípulos que se acercan a Jesús a veces en privado para preguntarle sobre ciertas cuestiones como el matrimonio. La salvación o para que le expliquen alguna tes y parábola. Los discípulos saben que su Maestro tiene respuestas a sus interrogantes de la vida, se reconocen ignorantes y aceptan como verdad todo lo que sale de la boca de Jesús. Hay que pedir ésta Gracia de poder sentarnos a escuchar al Maestro y hay que hacer la opción de escuchar al Maestro. La consigna de hoy es intentar descubrir como en mivida el Dios vivo, Señor de la historia, en estos tiempos de transformación y de cambio me invita al cambio y la transformación va poder ser contestada, trabajada si escuchamos a Jesús y si no lo podemos hacer hay que pedir la Gracia de poder sentarnos a sus pies y de poder hacer ejercicio de silencio interior para darle la bienvenida a su invitación. Necesitamos detenernos, salir de los encierros, abrirnos a la novedad que el Maestro quiere traernos. Muchas veces decimos que no escuchamos a Dios, que Dios no nos habla. En verdad lo que muchas veces ocurre es que Dios si nos habla u otros nos hablan pero a veces no queremos escuchar lo que nos dice. Por eso para recibir la novedad de Dios para nuestra vida necesitamos hacer silencio de nosotros mismos, acallar lo sabido, lo conocido no para abandonar los caminos sólidos ya conquistados sino para profundizar en la novedad de lo ya caminado o para abrirnos a lo no conocido. Escuchar al Maestro es recibir su Palabra, rumearla en el corazón para que esa misma Palabra se mueva en nuestro interior y nos ponga de cara a la vida. La Palabra del Maestro es Palabra viva con poder para transformar, para hacer grandes cosas. Solo necesita de nuestra apertura, de nuestra disponibilidad para dar mucho f en nosotros y dar mucho fruto. Abrirnos al shemá del Señor. Es toda una muletilla en el Antiguo Testamento, es la búsqueda de Dios, de su pueblo Israel. Escucha Israel, shemá Israel Hoy Dios te dice escuchame. Escucha pueblo mío, tengo algo para decirte
El silencio abre a la escucha
Tomando el texto de Lucas 10 del verso 39 en adelante descubrimos a María como la que se dispone a la escucha y ésta María hermana de Lázaro es el fiel reflejo de María la Madre de Jesús, la fiel oyente de la Palabra. Según los padres apofáticos del desierto el silencio es la mejor manera de nombrarlo a Dios. Un apotecma de los padres apofáticos reza así: solo el silencio te nombra. En el silencio se escucha la voz de Dios, lo buscamos como actitud interior que nos acerque a Nazaret como escuela del silencio. El silencio nos permite encontrar a un Dios vivo. Así lo demuestra la experiencia de Elías en 1 Reyes 19, 9-18 ek profeta se encuentra con Dios en la brisa suave después de buscarlo en el huracán, en el temblor de la tierra y en el fuego. Después del fuego, dice la Palabra, el susurro de una brisa suave, al oírlo Ellías se cubre el rostro con el manto salió y se puso a la entrada de la cueva. Allí le fue dirigida una voz que le dijo: que haces aquí Elías y empieza todo un camino de liberación de Elías. Está escondiéndose porque han matado a todos los profetas y lo quieren matar a El también. Elías sale de esa situación paranica que lo tiene encerrado en la cueva y se abre desde la suavidad de la brisa al camino nuevo que Dios le muestra.María de Nazaret nos enseña un camino de silencio interior. En el Evangelio de Lucas en el capítulo 2 en el verso 51 y 52 se presenta la vida oculta de Nazaret y a María como la Maestra de ésta escuela de la escucha María, dice la Palabra, guardaba todas éstas cosas y las meditaba en el corazón. El silencio en María es para darle lugar a la Palabra. En Nazaret el Verbo hecho carne, el niño el adolescente el joven Jesús es el que viene a ocupar el centro para entender el misterio de su presencia hay que escucharlo. Solo en el silencio se revitaliza la vida de la Gracia en nuestro corazón Necesitamos el silencio y poblar el interior de la Palabra de Dios gracias a que abrimos un marco de silencio. Si sabemos guardar espacio en la agenda para darle lugar al silencio en la escucha en la actitud obediente como María, la hermana ana de Marta y sentarnos a escuchar seguramente el vacío de la vida, el desencanto existencial comenzará a desplegar sus sombras para dar lugar a la luz que se esconde en lo más profundo de nuestra interioridad donde la vida del Espíritu como el murmullo de una paloma suena dentro de nosotros pacificándonos A veces decimos que nos falta tiempo. El tiempo siempre es una cuestión de preferencia y las preferencias dependen de las prioridades. Se tiene tiempo para lo que uno quiere y si quiere. No pongamos excusas de tiempo. Prioricemos desde éste llamado a escuchar el tiempo de estar con Dios y encontraremos más tiempo, más espacio para estar con El.
El tesoro es encontrarse con Jesús y entregarse a Él
19.08.2010 09:12
“El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.”
Mateo 13,44-46
Lo que estoy llamado a entregar
Con estas dos expresiones parabólicas, Jesús nos abre al valor supremo del Reino y la actitud del hombre para alcanzarlo. Abrirse a la generosidad con la que Dios se vincula con el hombre a partir de la perspectiva del Reino es el tesoro, es la perla. Han sido imágenes empleadas por Jesús para expresar la grandeza del llamado a la vida nueva que Él nos tiene preparada en el vínculo con esta dimensión valórica nueva del Reino de los Cielos que Él preside. El camino para alcanzar esta vida nueva para siempre, este permanecer eterno, corre por este lugar de gratuidad y de ofrenda con la que Dios viene a invitarnos también a nosotros a la entrega. El tesoro del que habla la Palabra significa abundancia de dones que se reciben, gracia para vencer los obstáculos, para crecer en la fidelidad día a día. La perla indica la belleza y la maravilla de Dios en la vida. No solamente es algo de altísimo valor, sino también el ideal más bello y perfecto que el hombre puede conseguir: vincularse al Reino. El Reino de los Cielos es Jesús y lo que Él comunica. Vincularse a Jesús es la novedad de vida que Él trae.
Justamente hay una novedad en las segunda parábola con respecto a la del tesoro: el hallazgo de la perla supone una búsqueda esforzada; el tesoro se encuentra de improviso. Así puede pasar con Jesús y su llamada: muchas veces viene después de un tiempo de ardua búsqueda. En otros momentos el encuentro es impetuoso, furtivo, inmediato, sorprendente. Dios irrumpe, dice presente, es inconfundible su estar allí, no hay dudas de que es Él, y -casi diría yo- sin pedir permiso. El hombre que descubre esta presencia, este llamado y este encuentro, no puede sino darlo todo para quedarse con aquello, y sentir que nada se pierde sino que todo se transforma. Una vez descubierta la perla, el tesoro, es necesario dar un paso más. La actitud que se toma es idéntica en las dos parábolas, y está escrita con los mismos términos: ir, vender todo cuanto se tiene y quedarse con lo que se ofrece. El desprendimiento, la generosidad, es la condición indispensable para alcanzarlo.
Este pasaje del Evangelio cae dentro de nosotros echando raíces. Uno lo ha leído tantas veces sin terminar de darse cuenta de qué se trata, y poco a poco va como cayendo en la cuenta de que no se trata sino de la donación de Dios y la entrega que Él hace de sí mismo, y como correlato no espera sino algo semejante, a la medida de nuestras posibilidades, en tiempo, en capacidad de transformación y de cambio, en hacer nuestra vida más al modo como Él nos la propone en el Evangelio, en actitud solidaria y comprometida con los que esperan sin tal vez poder dar nada, los más pobres entre los pobres; en la búsqueda de una actitud nueva para estar a la altura de lo que hoy es exigencia para ser mamá y papá, de ser un buen ciudadano, comprometido con la transformación de la realidad, saliendo de esos lugares de comodidad, donde muchas veces teniendo capacidades, no las ponemos al servicio de la sociedad ni en las manos de Dios... sin animarnos a tomar en nuestros manos aquellas realidades de las que somos críticos, “poner el cuero” y cambiarlas.
Es en el darse, el donarse, en la entrega y el compromiso donde el Reino de los Cielos nos invita hoy a dar lo mejor de nosotros para responder a su presencia.
¿Qué estoy llamado a entregar en este tiempo en el que Dios viene a mi encuentro y me pide más? De más tras más va Dios por nosotros, haciéndonos crecer en ese más, no con la exigencia del deber ser, sino involucrándose con nosotros desde el amor que transforma.
El gozo de la entrega que cuesta
El descubrimiento que hacemos a la luz de la presencia del Reino de los planes de Dios nos regalan la clave para descifrar el pasado. Cuando uno se encuentra con Jesús y su Reino, con su presencia vital y existencialmente transformadora, uno mira para atrás y se da cuenta que el rompecabezas estaba en las manos de Dios y que Él, como un gran alfarero, venía modelando nuestra existencia y nuestra vida; y, como dice la Palabra, nada se había escapado a su mirada providencial en nuestra propia existencia, ni aún aquellas realidades donde nosotros casi ingenua, o testarudamente, nos equivocamos en el camino. Pero a Dios, en su providencia, nada se le escapa, todo cambia y se transforma. Esta mirada, desde el hecho de la presencia de Dios que llama al Reino, que nos permite mirar hacia atrás, también nos da posibilidad de mirar hacia delante. El llamado que Dios nos hace, a pertenecerle desde el descubrimiento del Reino, nos pone luz para mirar hacia delante. Ni el hombre que encontró el tesoro ni el que halló la perla echan de menos lo que antes poseían y que vendieron. ¿Por qué? Porque es más grande lo que se ofrece, es la nueva riqueza que no permite añorar ninguna otra cosa dejada. Cuando de verdad se produce el encuentro no hay añoranzas, melancolía ni miedo para el futuro. Todo es certeza, convicción, centralidad en el misterio, es lo que le sucede a aquél que se desprende de todo por amor a Jesús. Fui alcanzado por Cristo, dice Pablo, pero me lanzo hacia delante, para ver si lo puedo alcanzar. Es como que no alcanza con haber sido alcanzado, haber sido descubierto por Dios y haber descubierto a Dios. Ahora, dice Pablo, me lanzo hacia delante, a ver si lo puedo alcanzar. En esta carrera de ir detrás de Jesús, la vida, en apariencia, es la misma, y sin embargo, comienza a ser bien distinta. El Señor subraya en la parábola el gozo con el que venden sus posesiones los que encuentran el tesoro y la perla. Uno puede pensar que eran cosas por las que tenían aprecio, la casa, el mobiliario, los adornos, lo que posiblemente representaba el esfuerzo de años de trabajo, pero lo venden todo, sin regateos, sin pensarlo demasiado. Además con alegría, con gozo, porque saben bien el tesoro que han encontrado. Todo lo demás se comienza a poner como en una relatividad, pasa a ser “relativo a” el encuentro. Dios pasa por la vida de una persona en una circunstancia bien determinada, a una edad concreta, en situaciónes distintas y exige de acuerdo con esas condiciones, que Él mismo ha previsto desde siempre. Jesús pasa y llama: a unos a la primera hora, cuando aún tenemos pocos años y pide sus ambiciones, sus esperanzas, sus proyectos; a otros a mitad de camino y pide su crecimiento, su madurez; a otros ya cuando la vida está hecha, como a Abrahám, por ejemplo.
Cuando Dios llama, sacude la estructura, nuestras posesiones (no hablo de lo material), el modo cómo estamos aferrados al camino de la vida y nos lleva por otros caminos. San Juan de la Cruz, en la noche oscura de la fe, dice Dios conduce a dónde uno no sabe, por donde uno no sabe. Tal vez, esto sea como una clave para caminar en fe en estos tiempos de cambios epocales. En Dios podemos pensar en el tiempo nuevo que vendrá si nos animamos con confianza a dejarnos conducir por Él, yendo a donde no se sabe, sin saber por dónde se va, pero con una certeza: es Él el que conduce. Esta certeza no es la evidencia científica, es la evidencia existencial discernida en el corazón por los signos que van apareciendo en el camino y por el sentir interior pacífico gozoso, alegre, sencillo y simple, como son las cosas que Dios construye, que Dios hace nuevas. Claro que dejar lo conocido, lo ya sabido, y reaprender desde una perspectiva, desde un paradigma, desde una mirada nueva, no es simple ni fácil. Sin embargo, en esa entrega, cuando es en Dios, percibimos el gozo de la entrega que cuesta, que duele, pero es más el gozo, y allí ponemos nuestra mirada.
Nada cuesta tanto, a la luz del Evangelio
Esta es la perspectiva con la que el Señor nos invita a avanzar por la vida, sabiendo que si a Él le entregamos todo, nada se pierde, todo se multiplica, se transforma, se hace nuevo. El Reino de los Cielos es semejante a un comerciante que buscaba perlas finas y al encontrar una preciosa, vende todo lo que tiene para comprarla. Así es el encuentro con Jesús. El alma abandona todo porque sólo brilla la preciosura de la perla escondida. Jesús nos invita a seguirlo, entregándonos, dejándolo todo para ponerlo a Él en el centro. Para un padre de familia, por ejemplo, dejarlo todo significa más dedicación a su familia, más empeño en la educación de los hijos; darlo todo no es abandonar los compromisos asumidos sino que supone vivir la vida desde un lugar nuevo, cumpliendo mejor con los propios deberes legítimos, trabajar más y mejor, vivir heroicamente las obligaciones familiares, hacer de las familias un lugar de puertas abiertas, con más entregas. El amor determina más. La entrega es en profundidad, el bien tiene la capacidad de ir más allá de lo que la propia naturaleza puede sostener, más allá de las propias fuerzas.
Cuando uno se suelta y se deja llevar, nada cuesta tanto. A esto se refería Juan Pablo II cuando dijo suelten las amarras, abandonemos la costa, vayamos a lo profundo. Cuando uno se lanza a lo profundo, cuando va mar adentro, se pierden las referencias. Pero hay una brújula que conduce. Nada cuesta tanto si nos dejamos llevar por el Espíritu y vamos mar adentro.
Padre Javier Soteras
HERIDAS DEL ALMA
17.06.2010 12:05
Durante mi niñez me lastimé muchas veces. Es más, ¡era el campeón de los golpes, los moretones y las lastimaduras! Apretarme los dedos entre dos bancas, herirme la frente contra la acera luego de tropezar por correr distraído, clavarme una astilla en la mano, lastimarme la cabeza con el vértice de mármol de una estatua en la escuela o torcerme el tobillo jugando al fútbol con mis amigos, son apenas algunas de las historias de mi anecdotario.Pero también en varias ocasiones sufrí heridas en mi ser interior. Sueños frustrados, amigos que dejaron de serlo, sentimientos encontrados al experimentar la injusticia, errores cuya consecuencia fue el dolor, malas decisiones de otras personas, etc., han sido elementos que me han lastimado, golpeado y causado “moretones” emocionales.
¿Qué hacemos con las heridas del alma?
Años atrás dos hermanos sufrieron la separación de sus padres. En lo mejor de la niñez, y con muchos sueños por delante, debieron enfrentarse a esa triste situación que cada vez embarga a más familias. Pero a pesar de ello, hoy en día estos hermanos transitan el sendero de la vida libres de toda herida.
Mi hermano y yo podemos afirmar que el tiempo y algo más curan las heridas del corazón.
El Libro de los Proverbios aconseja: “Cuida tu mente más que nada en el mundo, porque ella es fuente de vida. Pon toda tu atención en mí, hijo mío, y mira con buenos ojos mi ejemplo. El corazón alegre sana como medicina, pero el espíritu deprimido enferma”.*
En mi infancia, cada vez que me lastimaba físicamente buscaba el socorro de mis padres y (de ser necesario) me llevaban al hospital. Permitía - ¡aunque me quejaba! – que aplicaran los tratamientos necesarios para curarme, algunos de los cuales prescribían la ingesta de medicina de no muy grato sabor. Al concluir aquel proceso (que tomaba su tiempo) comprobaba lo que para mí era un milagro: ¡las heridas cicatrizaban!
Con nuestro ser interior ocurre lo mismo: es necesario hacer algo más que dejar transcurrir los días, las semanas y los años para que las heridas del alma sanen por completo. ¡El tiempo no es suficiente!
Entonces, ¿qué podemos hacer con las heridas del alma?
Mi consejo es el siguiente: corramos en busca de la ayuda de Dios, mostrémosle nuestras heridas tal y como están, y permitamos que opere en nosotros Su tratamiento de limpieza, ése que incluye el perdón a quienes nos hirieron, a nosotros mismos y la aplicación de la medicina Celestial.
¡Un corazón alegre, totalmente limpio y libre de toda enfermedad emocional está al alcance de nuestras manos!
Desde el pozo, hacia el cielo
17.06.2010 11:47Desde el pozo, hacia el cielo
No ocurre sólo en las películas. Unos soldados cansados, un capitán extenuado, tristeza, rabia y desesperanza... De repente, una música, un chiste, un discurso inspirado, y todos recobran energías: vuelve cada uno a su puesto de batalla, con la ilusión de hacer su parte, de cumplir su misión...
No ocurre sólo en las películas. También en la vida real muchos de nosotros hemos vivido situaciones parecidas.
En grupo o en soledad, como familia o entre los amigos, en una actividad ocasional o en el trabajo... hay momentos en los que parece que todo se hunde, que no hay esperanza, que la vida ha perdido su sentido.
Son momentos que no quisiéramos repetir. Todo iba bien, todo caminaba sobre ruedas. De repente, pasa algo, grande o pequeño, imprevisto o preanunciado. El panorama, de improviso, ha dado un vuelco. ¿La causa? Un error humano o un terremoto, un choque o un resbalón, un virus gripal o un virus electrónico, una llamada por teléfono o un aviso de las cuentas del banco, una negativa de un contrato o una nota de despido.
Son momentos en los que todo parece oscuro. Días, meses, años, tirados, de repente, por la borda. Parece que no hay esperanza, que no hay salida, que no quedan motivos para seguir la lucha...
Pero hay otros momentos en los que algo, alguien, irrumpe en nuestras almas. Será una música que nos evoca nuestra infancia, o la llamada por teléfono de un amigo que tiende la mano, o la sonrisa sincera de quien antes nos miraba con desprecio, o simplemente el recuerdo de un consejo repetido tantas veces por la abuela: en la vida encontrarás gente buena y gente mala...
Será, tal vez, un instante. Suficiente como para que todo el panorama cambie, de golpe. Como si se corriesen las cortinas y un viento fuerte alejase tinieblas que oprimían el alma.
Algo, alguien, ha permitido que, desde el pozo de un fracaso, levantemos los ojos hacia lo alto. Arriba sigue, sereno, limpio, luminoso, el cielo. Sobre todo, “arriba” y “dentro”, susurra Dios que no nos deja, que está siempre a nuestro lado, que quiere que dejemos de buscar seguridades vanas para abrirnos, con esperanza, al Reino. Un Reino que poseen los pobres, los justos, los limpios, los misericordiosos, los que se hacen como niños. Un Reino que también es para mí, pobre creatura hundida en un pozo de fracasos pero abierta a la esperanza.
Entonces somos capaces de mirar adentro, a los corazones, para descubrir que tengo, a mí lado, más manos que ayudan que manos que arrojan piedras.
No ocurre sólo en las películas. Quizá hoy puede ser el día decisivo para cambiar mi vida. Quizá hoy asumiré con valor el pasado, con sus lastres y sus derrotas, para tomar nuevamente el arado ante el surco de mi existencia, para servir a mis hermanos, para ofrecer este pobre tiempo en la vocación más hermosa que Dios ofrece al ser humano: dejarse amar y amar sin límites...
EL cofre encantado
17.06.2010 11:42Primer blog
16.06.2010 15:23Hoy hemos lanzado nuestro nuevo blog. Sigue atento e intentaremos mantenerte informado. Puedes leer nuevos mensajes de este blog a través del feed RSS.
La misión del laico en el mundo
16.06.2010 10:59La misión del laico en el mundo
Los laicos estamos llamados a transformar el mundo a través de nuestro trabajo de todos los días. Esa es nuestro misión más importante. Desde nuestra familia, cuando la tenemos, debemos preocuparnos especialmente de nuestro matrimonio de la educación de nuestros hijos y de trabajar con tesón para que nuestro mundo sea cada día mejor. Preocuparnos de emprender y dar trabajo a nuestros semejantes, aún cuando tengamos una pequeña empresa familiar, estamos construyendo el mundo. La evangelización y las labores apostólicas en nuestro tiempo de descanso. Donemos a Dios nuestro tiempo libre, pero no descuidemos nuestro trabajo diario ya sea en el hogar o fuera de la casa. Son los sacerdotes los llamados al trabajo permanente de apostolado, los laicos a transformar el mundo. No descuidemos nuestra misión. En nuestras horas libres, sí, bienvenidos sean todos. No perdamos nunca cual es nuestro norte y cual es el papel del laico en el mundo. A eso hemos sido llamados. A ser Fragancias de cristo.
Abre tu corazón a los Corazones de Jesús y María!
¡Vive tu consagración a los Sagrados Corazones de Jesús y María!
¡Contribuye con tu oración, tus sacrificios y tu testimonio de vida a traer la era de paz anunciada en el mundo con el Triunfo del Corazón Inmaculado de María.
juntos conoceremos atraves de los santos las maravillas de Jesus y Maria.
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